La Animación
Sociocultural es una estrategia de intervención que trabaja
por un determinado modelo de desarrollo comunitario. Este modelo
de desarrollo en, desde y para la comunidad tiene como finalidades
últimas promover la participación y dinamización
social, desde los procesos de responsabilización de los
individuos en la gestión y dirección de sus propios
recursos. Un desarrollo entendido como "integral y endógeno;
integral en cuanto capaz de unir entre sí los progresos
económicos, sociales, culturales, morales, reforzándolos
en su mutua relación. Endógeno, como el paso de
sí mismo a un nivel superior, en unas relaciones de suma
positiva con los demás ... " (Lenoir, 1989, p. 50).
La Animación Sociocultural es un instrumento adecuado
para motivar y ejercer la participación. Ésta
se concibe como una toma de conciencia hacia el cambio personal
y estructural; como proceso dialéctico y dinámico
entre la Administración, los técnicos y la población,
organizada a través de asociaciones, movimientos sociales,
partidos políticos, plataformas y redes interasociativas.
Esta visión de desarrollo comunitario parte de la necesidad
de una adecuada articulación de la sociedad, en la que
los tres ejes que la constituyen: Estado, mercado y tercer sector,
trabajen de forma complementaria y donde la solidaridad circule
en el interior de cada uno de ellos. Como afirma García
Roca: "sólo las relaciones sinérgicas están
en condiciones de acreditar una intervención adecuada...,
significa incrementar la coordinación entre los distintos
actores y entre las distintas dimensiones de la necesidad, con
la participación de todos los agentes implicados"
(García Roca, 1995, P. 52). Esta articulación
se hace posible cuando se construye un sistema capaz de desarrollar
a la vez la adaptación, la innovación y los cambios
cualitativos; cuando presenta poca rigidez en su estructura,
con una organización de abajo arriba, aspirando, en última
instancia, a la autonomía y a la actualización
de los sujetos.